Cada año, desde 2009, os escribo un post en el que anuncio que el Día de la Madre es solo para mis niños. Ese día no escribo, no trabajo, no pienso en nada… que no sean ellos.

Sin embargo, este año siento la necesidad de escribir. No sé por qué, ni tengo pensando sobre qué, pero necesito escribir.

Imagino que el tiempo pasa y cuando eres madre, esto va suponiendo nuevos retos, nuevos pensamientos, tú vas cambiando y a la vez vas viendo como todo cambia a tu alrededor.

Ese grito de «Mamaaaaá!» en mitad de la noche que te hacía saltar de la cama, ir corriendo a su habitación y casi necesitar un desfibrilador para recuperarte, va poco a poco siendo menos frecuente y vas enfrentándote a nuevas situaciones sobre todo, emocionales.

Hay algo que me repito cada mañana: «Si quieres estar en los recuerdos de tus hijos mañana, debes estar hoy en sus vidas». 

Y es que me obsesiona, no sabéis cómo, tratar de estar presente en sus vidas, hacer que los días que dentro de unos años recordarán, sean inolvidables, sean mágicos, sean eso… preciosos recuerdos.

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Vivimos en un mundo obsesionado por crear niños perfectos, niños ocupados, que no molesten y nos permitan vivir, trabajar y ganar dinero para darles lo mejor… pero no nos damos cuenta de que el verdadero lujo es estar más tiempo con ellos, disfrutar de sus risas, de sus juegos, de sus conversaciones,  y obligarnos a dejar a un lado todo lo que sobra cuando los tienes cerca, hasta que a base de repetirlo, se termine convirtiendo en un hábito.

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Me doy cuenta, según escribo, que me obsesionan dos cosas: que crezcan y que, al hacerlo, dejen de ser esos niños felices, inocentes, llenos de magia, de ternura, que dejen de ser ese trocito de cielo que tengo siempre conmigo… pero también me obsesiona que algún día yo no pueda estar a su lado, y por ello, siento la necesidad de transmitirles todos los valores en los que creo, de repetirles cada día que no dejen de creer en la magia, de convencerles de que, aunque la vida te haga dudar muchas veces, siempre compensará al final ser buena persona y tener un corazón de oro, aunque debes saber que ello te hará más vulnerable y debes estar preparado… que a veces parece que «los malos» ganan pero que al final, la vida es como en las películas, y todo acaba bien,… que irse a la cama cada noche con el corazón en calma y la conciencia tranquila es la mejor forma de acabar el día.

Explicarles que siempre que puedas, hay que ayudar a los demás, porque ello significa que has tenido la suerte de que la vida te coloque en el lado del que presta la ayuda y no en el lado del que la necesita. Pero que también es importante saber pedir ayuda y aceptarla.

Convencerles de que nunca hay que rendirse, que la vida tiene momentos más difíciles pero hay que seguir dando pasos al frente y seguir luchando porque hay muchas cosas y personas por las que merece la pena.

Que sueñen. Como repito cada noche en Instagram, hay que soñar mucho y muy bonito. Hay que soñar en voz alta. Y los sueños siempre se cumplen.

Frase sueños

Y recordarles que la vida es maravillosa. Que está en nuestra mano la oportunidad de maximizar cualquier pequeña alegría y hacerla enorme…

Y lo más importante de todo: que VIVAN. Pero que vivan con mayúsculas.

Que está en nuestras manos hacer de este mundo un lugar mejor y vivirlo, disfrutarlo y sentirnos vivos.

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No sabía cómo titular este post… me doy cuenta que he vomitado todos los pensamientos de forma desordenada, según pasaban por mi cabeza… escribiendo deprisa, tan deprisa como me venían las ideas… no voy a corregir, ni editar el post. Quiero publicarlo y mantenerlo así, desordenado. A veces, las cosas son mejores cuando son desordenadas, reales, humanas. Otra enseñanza más. Y yo que creía que hoy no estaba inspirada….

 

 

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