La Navidad ya está aquí, de eso no hay duda. Este año hasta han conseguido que me sienta culpable por no haber puesto el árbol de Navidad a estas alturas y, aunque he prometido hacerlo durante el puente, es tan alto el listón que tenemos (después de ver decoraciones navideñas como la de Disneyland Paris) que me auguro un fracaso absoluto.

Pero hay algo que me quita el sueño más aún que el tema del árbol, y es la manualidad que el colegio insiste en pedirnos que hagamos cada año por estas fechas.

Manualidad Navidad

Que nadie se equivoque. Soy más fan de Art Attack que mis pequeñas fieras  si cabe, y, no solo existe una vena artística muy fuerte en mi familia, sino que puedo aseguraros que he ganado varios premios de dibujo y manualidades a lo largo de mi vida. El problema es otro bien distinto.

La idea es que la manualidad la hagan los niños… o mejor dicho, que la hagamos en familia… como en esos anuncios en los que toda la familia juega junta al Monopoly o desayuna en una cocina blanca y soleada sonriendo sin parar…

Pero nada más lejos de la realidad.

Un año senté a mis pequeñas fieras (con 2 y 3 años) en una mesa e intenté que la hiciéramos juntos. Resultado: No solo la acabé haciéndola yo, sino que estuve aspirando purpurina hasta junio…

Otro año, se pelearon tantas veces por colorear y pegar estrellitas, que acabé desistiendo y dejando que el padre de la criatura hiciera la dichosa manualidad…

Y todo ello en medio de una especie de competición entre madres,  que llevan figuras que parecen compradas en El Corte Inglés.

Y entonces tú te debates entre que tus niños lleven una manualidad hecha por ellos aunque el resultado sea un papel arrugado y coloreado, o pasarte horas en Pinterest buscando ideas y hacer una cosa preciosa hecha por ti para que presuman delante de sus amiguitos…

Las que me conocéis un poquito sabéis que este año, la manualidad la van  a hacer ellos (cada uno la suya, que lo de hacer una común, es batalla perdida en esta familia) y yo me sentiré orgullosa de las «obras de arte» que son capaces de hacer con esas diminutas manitas, y respiraré hondo cada vez que me digan que fulanita ha llevado un trineo de cristal tallado que parece de Swarovski…

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