Una de las cosas que una descubre cuando los niños van creciendo un poco y decide no tener más, es la de dinero que se ha tirado en objetos que parecían eternos y que ahora han quedado en desuso.

El ejemplo más claro es la cuna.
La minicuna de los primeros meses se aprovecha poco, pero en mi caso ha pasado por tantas manos (hermanas, cuñadas, amigas…) que la considero amortizada, pero la cuna grande pensé que la utilizaría siempre.

Mi pequeña ha pasado a dormir en la cama de mayores, con la ayuda inestimable de unas sábanas rosas de princesas…
Por suerte, no me falta espacio en la habitación, pero no sé qué hacer con la cuna.

Y casualmente, buscando otras cosas en internet, he dado con esta foto:

La cuna es exactamente igual a la mía (lógicamente quitando una de las barreras) y me ha encantado la idea de transformarla en escritorio para que hagan deberes o pinten.

Basta con comprar una pizarra del tamaño del colchón, y colocarla sobre el somier.

A uno de los lados se puede colocar una pizarra blanca e ir colocando ganchitos donde colgar lo que se nos ocurra.

Vía Pinterest

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