Pensaba que en esta familia teníamos aquello totalmente superado.
Pensaba que contarles a mis niños que mamá se iba de viaje en avión, si bien despertaría un aluvión de preguntas incontestables sobre «aeronautica infantil» no supondría ningun problema.

Mujer Aeropuerto

Pero estaba equivocada.
En aquellas ocurrentes pero aún pequeñas cabecitas, la sola idea de imaginar a mamá subida un avión equivalía a que su progenitora se fuera al espacio exterior del que después de tantos episodios de Doreamon, todos sabemos que no es fácil volver.

– «Noooo, no te vayas mami»

Y yo tan moderna, tan 2.0 y tan independiente no pude más que notar cómo el corazón se me encogía y los episodios de Marco (que tanto daño hicieron a nuestra generación) empezaran a reproducirse en mi mente.

Así que al día siguiente les daba la gran noticia de que mamá había suspendido el viaje. No era verdad pero les evitaba pasar dos semanas sufriendo cada vez que desaparecía de su campo de visión aunque solo fuera a lavarme los dientes.

Seguramente os suene tan ridículo leer esto como me esta pareciendo a mi al escribirlo, pero fui capaz de hacer la maleta sin que ninguno lo viera, aunque para ello tuviera que sacar la ropa en bolsas al maletero… Y luego me extraña que se me olvidaran cosas.

Después de organizar los días en casa de los primos y abuelos, con el objetivo de que no les diera tiempo a echarme de menos, me dispuse a disfrutar de las jornadas de The Way We Live en Gijon en las que participaba como ponente.

Todo iba viento en popa hasta que un whatsApp me partió el corazón: al mayor se le había caído un diente. No era el primero, pero era un momento especial.
Y mamá no estaba allí con él.

Drama ninguno por supuesto. Pero me caían las lágrimas…
Como me gusta relativizarlo todo, pensé en todas esas madres que no pueden vivir estos momentos con sus hijos, y la inevitable culpa que sentimos por no estar con ellos en algunas ocasiones. Es tan ridículo como cierto.

Así que respiré hondo, e intenté organizar y dar algunos consejos al Ratoncito Pérez vía WhatsApp… y todo salió bien.

Y así, volví pensando en que el próximo viaje será más corto, y soñando con ese achuchón eterno que les iba a dar en cuanto les viera.

 

 

Te puede interesar:

3 Comments

  • ¡Hola!! Todavía no sé cómo he dado con tu blog pero me alegra haberlo hecho… y no puedo resistirme a dejarte un comentario… porque soy madre de dos niños de dos y tres años y medio respectivamente y yo también me siento culpable… así como varias veces al día, diría yo… y eso que decidí centrarme en cuidarlos como» único» trabajo pero en fin, como decia un amigo mío: «¡cómo sois las hembras-madres!»… en mi caso muy poco 2.0, me temo… Lo dicho, me alegra haber dado con tu blog!!

    Besitos,
    Marta («Sweet & Home la Vida es Dulce»)

  • A mi me suele pasar no suelo ir de viaje sin ellos ( aún no he tenido ningun motivo) pero te entiendo, alguna vez han pasado el día en el campo de los abuelos, con los primos y cuando se van siempre me queda esa «sensación» se que van a estar bien, que no pasa nada, que se lo van a pasar genial…pero los primeros minutos si ellos…y si encima pasa algún acontecimiento y no estamos presentes para disfrutarlo junto a ellos pues siempre te apena, pero bueno hay que pensar que es bueno que los niños tengan también independencia, que no estemos siempre encima, aunque sí atentos, y que ellos disfrutan muxisimo con sus abuelos sus primos y eso es genial, un saludo.

  • Tengo la suerte de no tener que separarme de las mías salvo porque se quieran quedar con los abuelos, y eso es muy a menudo pero es verdad que hay momentos que no te quieres perder por nada del mundo. La visita al del Sr. Pérez es mucha visita… Y además seguro que uno anima a la otra o al revés en lo de «no te vayas mami».
    Por cierto cuando empezaba la música de Marco me ponían de espaldas a la tele porque no paraba de llorar…

Responder a Esther Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *