Si os digo la verdad, comencé a seguir a Marnie por simpatía.

Creo que la primera vez que la vi en Instagram, me hizo gracia que iba disfrazada (no recuerdo muy bien de qué) y me enamoré de esta perrita.

Empecé a seguir su cuenta gracias a Kaley Cuoco (Penny en The Big Bang Theory) que suele dedicar la mayoría de las fotos de su cuenta de Instagram a promover que se adopten perros, y para demostrar su amor por los caballos y cualquier otro animal.

Pero tengo que admitir que Marnie me enamoró a primera vista.

Una perrita con la cabeza ladeada y la lengua fuera capaz de levantar sonrisas cada día, con fotos divertidas y entrañables.

Meses después, busqué información sobre ella y encontré que detrás de esta perrita con la que todos los famosos de Hollywood quieren hacerse fotos, había una bonita historia al más puro estilo de Cenicienta o Pretty Woman… y desde hace tiempo, quería dedicarle un post.

En 2011 esta perrita caminaba sola por las calles de Connecticut.

Era una perrita vagabunda y enferma, con la cabeza ladeada, la lengua fuera, caminaba mal y tenía una catarata en uno de sus ojos.

Nadie le prestaba atención hasta que un día los voluntarios de una protectora la rescataron y la llamaron Stinky. Meses más tarde, una mujer llamada Shirley Braha, se enamoró de ella y la adoptó.

Shirley Braha le cambió el nombre por el de Marnie, le curó las cataratas, la adecentó, y comenzó a hacerle fotos, le creó cuentas en redes sociales y consiguió que medio planeta se quedara prendado de esta simpática perrita.

Su trabajo en una productora consiguió que muchos famosos quisieran fotografiarse con ella y dar visibilidad al síndrome vestibular, que es la enfermedad que sufre Marnie (y por la cual tiene la cabeza ladeada y la lengua fuera).

Y como estas cosas funcionan así, se fue convirtiendo en uno de los perros más famosos de Instagram, sobre todo, al otro lado del charco.

Marnie tiene su propio libro, y todo tipo de merchandising, y, a fecha de hoy, cuenta con más de 2 millones de seguidores en Instagram… pero lo más importante es que sigue despertando una simpatía y una ternura increíble cada vez que te tropiezas con una de sus fotos…

En España no es demasiado conocida, pero creo que es una de esas historias que merece la pena descubrir.

En casa siempre hemos defendido la idea de que adoptar un perro es mejor que comprar y que hay cientos de perritos esperando un hogar, pero historias como las de Marnie, hacen que esta idea cale aún más en los niños, y dan visibilidad y solo por eso, merecía la pena dedicarle este post.-