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La verdad es que me suelo mantener bastante alejada de las polémicas y posiciones extremas generalmente en mi vida. Imagino que en esto, como en todo, la edad es un grado y la experiencia otro.
Desde que me convertí en mamá he pasado por encima de muchas corrientes contradictorias que me obligaron a tomar la decisión de tratar de aplicar siempre el sentido común y ello implica olvidarme del «todo o nada» y de cualquier postura «contraria o favorable, a toda costa, a algo».
Para que os hagáis una idea, con mi hijo mayor la tendencia era volverse loca esterilizando todo, y con la pequeña, era mejor no esterilizar y que se inmunizara de forma natural. Y esto, llevándose solo 21 meses, con el mismo pediatra y el mismo «todo».
Cuando me enfrento, leo o me piden opinión sobre temas polémicos como es el caso de los deberes, suelo aplicar la que yo llamo «la regla del pimiento».
Antes de que creáis que me he vuelto loca, os la explico.
A mi no me gusta el pimiento. Y como consecuencia, no tomo pimientos. Pero ni voy proclamando a los 4 vientos que el pimiento es malo, ni me detengo en cada mesa de un restaurante a decirle a la gente que no tome pimiento. Simplemente, no lo tomo.
Pues así, con todo.
Dicho esto, y sin entrar en dar consejos ni mostrarme o no favorable a una u otra corriente (los defensores o detractores de los deberes), me gustaría contaros mi opinión sobre el tema de los deberes, después de haber pasado un año sin apenas deberes.
Soy una madre, ya lo sabéis, que defiende el que los niños se aburran y no les apunto a demasiadas (prácticamente a ninguna) actividades extraescolares. Ello, ya os lo conté, implica un esfuerzo extra tratando de trabajar con los niños alrededor y enseñarles a fomentar su creatividad, y a jugar, juntos y separados (porque no les voy a deja de apuntar a actividades extraescolares para «enchufarles» a la tele o una tablet, claro…).
Durante varios años mis hijos no han tenido apenas deberes.
No es que no tuvieran que hacer nada, pero era de alguna forma, voluntario. Se trataba de repasar, de reflexionar sobre lo aprendido, o aprenderse algo ligero cada 15 días como mucho.
Ello me lleva a tener mi propia opinión sobre el tema de los deberes, que como os digo, es solo mi humilde opinión y no intento convencer a nadie.
- Los deberes nunca pueden ser de un día para otro. Pueden ser algo que se les mande un lunes para entregar el viernes, o de una semana a otra. Esto lo digo porque me parece una locura que un niño que tenga extraescolares llegue a casa y tenga que ponerse de noche a hacer deberes. Ni los va a hacer bien, ni le van a servir de mucho. Y no hablemos de si ese día tienes, por ejemplo, el cumpleaños del abuelo o algo especial que hacer, y los deberes te lo impiden.
- Sí es importante que tengan algo que hacer. Como digo, algo suave, y no urgente. Porque si no, los padres, acabamos buscándonos las vueltas para ponerles a hacer algo. Es cierto que leer es siempre una buena opción, pero si pones a leer a un niño todos los días por obligación, igual podemos hacerle aborrecer la lectura, y tampoco es plan.
- Algunos deberes, en plan, dos sumas, una división, puede servir a los padres para detectar si el niño tiene más o menos dificultad en algo.
- Nunca pueden ser obligatorios por sistema, es decir, se puede dar la opción de que los niños lo hagan en clase y si no lo terminan a tiempo lo tengan que hacer en casa. Esto a mis hijos les ha venido muy bien, os lo aseguro.
- Yo prefiero que no sean diarios, es decir, que un día pueda haber deberes (para entregar en un plazo razonable) y otro día no haya nada.
- Los deberes no pueden sustituir al trabajo en clase. Yo me subiría por las paredes si me entero que tienen que hacer deberes en casa y en clase han perdido el tiempo con alguna otra cosa.
- Los fines de semana son para descansar. Eso es sagrado. Y os lo dice una autónoma que trabaja de lunes a domingo. Pero los niños tienen que desconectar (y yo también aunque no pueda,…).
- Añado algo que me parece que se está pasando por alto. Me parece bien que los odres consulten, protestes y pidan al centro escolar que se solucione este problema o cualquier otro pero creo que lo de la huelga de deberes no es la mejor opción. Pienso que es una forma de desacreditar al profesor o al colegio delante del niño y se pierde una oportunidad de oro de demostrarle al niño que con el diálogo también se solucionan las cosas. Creo que es bueno que un niño vea que hay cosas que no nos gustan e intentamos cambiarlas pero recurrir a una huelga me parece un tanto exagerado e innecesario. Una vez más, es mi forma de verlo, mi humilde opinión.
Como veis, aporto poco porque me limito a lo que a mi me parece sentido común.
Pero sí que es verdad que tener algo que hacer, aunque no sea de un día para otro, y no se les sature, puede estar bien.
Todo esto teniendo en cuenta que mis hijos están en el cole hasta las 17 horas y tienen 8 y 10 años.
Añado que este año, mis hijos siguen sin tener deberes, o mejor dicho, tienen que repasar, reflexionar sobre lo aprendido pero no dejar de ir a ver a sus abuelos o jugar con amigos en el parque una tarde por culpa de los deberes. Y estoy encantada.
Fotos Shutterstock: Niña y madre leyendo, deberes–
La verdad es que el tema de los deberes en el colegio y en la escuela es algo que genera controversia y la sociedad está dividida, mi punto de vista es exacto al tuyo. Saludos
Pues exactamente lo mismo que pienso yo, ea!