Si os digo la verdad, no me gustan las etiquetas. Aborrezco tanto etiquetar a la gente como que me etiqueten a mi.

Tampoco me gusta cuando aparecen nuevos nombres, siglas o acrónimos que sirvan para denominar conceptos que han existido toda la vida pero que así parecen más interesantes o virales.

No permito que me llamen «emprendedora» por el simple hecho de ser autónoma, o «instagramer» por tener, como millones de personas, una cuenta en Instagram…

Por otro lado, tiendo a pensar que todos somos, a fin de cuentas, muy parecidos.  No conozco a nadie que no se considere a sí mismo tímido, por ejemplo, y ello se debe a que todos tenemos, creo yo, en mayor o menor grado, algo de timidez.

Sin embargo, desde que tengo uso de razón, ha existido algo que me ha hecho sentir, en cierta medida, diferente. No era nada raro, pero eran cosas que yo parecía vivir con más intensidad que la gente a mi alrededor.

Un simple himno para celebrar el éxito de un deportista sobre el podio podía generar en mi, la misma emoción que sentían las personas a mi alrededor pero de una manera mucho más intensa. Aunque ese deportista fuera Indurain y yo aborreciera el ciclismo…

Sin saber por qué, conseguía ponerme en el papel del ganador e imaginar lo que pasaría por su cabeza en ese momento: de quién se acordaría, de las derrotas que habría superado, incluso lo que sentirían sus familiares directos en ese momento tan especial. Hasta ahí, era normal. Lo que ya no era tan normal era el torrente de emociones que desencadenaba en mi, y que solían brotar en forma de llanto (siempre exagerado e inadecuado para una situación cotidiana), que poca gente entendía y que yo, no sabía explicar.

PAS PERSONAS ALTAMENTE SENSIBLES ALTA SENSIBILIDAD

Durante muchos años pensé que, simplemente, yo era «de lágrima fácil». Si lo decías en voz alta, todo el mundo me contestaba lo mismo: «Yo también lloro con las películas o me emociono con la victoria de un deportista». Y entonces me gustaba pensar que «lo mío» volvía a ser «normal».

Pero cada vez vivía más situaciones que me volvían a hacer sentir diferente. Lágrimas, emoción y llanto contenido al ver una simple manifestación en el telediario, al ver cualquier despedida o reencuentro de personas desconocidas en un aeropuerto, al ver a cualquier persona llorar, o  algo tan simple como cuando en una tutoría me hablaban de alguno de los logros o virtudes de uno de mis hijos. Y no. Puede ser normal que te caiga una lagrimita en la función de Navidad, pero de eso a casi llorar de la emoción en una tutoría…

La mala contestación de una cajera en un supermercado, o pensar que alguien podía estar enfadado, decepcionado o triste por mi culpa, también generaba un problema mucho mayor del que le ocasionaba a cualquier persona a mi alrededor. Y eso, no «molaba».

PAS PERSONAS ALTAMENTE SENSIBLES ALTA SENSIBILIDAD

Empecé a pensar que mi problema era un «exceso de empatía». Me daba cuenta de que, pese a que ser empático era algo muy bueno, lo mío era excesivo y llegaba a suponer un problema.

«No entiendo que problema puede tener un exceso de empatía», me solían decir. Y yo solía contar siempre este ejemplo:

Una tarde, cuando iba con mis fieras a un centro comercial, vimos a un niño pequeño que se había perdido. No dudé un minuto en acercarme a él e intentar tranquilizarle, diciéndole que su mamá estaba cerca y vendría pronto, mientras intentaba buscar ayuda.

De repente me puse, sin quererlo, en el lugar de su madre y, como es lógico, imaginé la angustia que sentiría. A la vez, las lágrimas de aquel niño hicieron que me invadiera una emoción inexplicable que acabó provocando mi propio llanto. NO era el lugar y NO era la situación. Me da hasta vergüenza contarlo. Es más, era un lujo que no me podía permitir, ni delante de aquel chiquitín, ni de mis propios hijos. Pero no fui capaz de contenerlo. La situación me superó.

Imaginaros la cara de aquel niño y de los míos viendo que yo intentaba, sin éxito, contener las lágrimas. A duras penas logré entrar en el Disney Store que había al lado y decirle al responsable de la tienda lo que pasaba. Me sentí fatal. Fatal. Fatal.

Os podría contar cientos de situaciones diarias en las que esa empatía me invadía y era bastante inapropiado mostrarla en público.

PAS PERSONAS ALTAMENTE SENSIBLES ALTA SENSIBILIDAD

Un día en la radio del coche, escuché a Joana Bonet hablar de los PAS (Personas de Alta Sensibilidad). No era la primera vez que lo oía, pero en palabras de Joana aquello sonaba algo más serio. Parecía estar hablando de mi… Incluso habló de un test donde podías evaluar si eras PAS. Y ¡bingo! saqué la máxima puntuación. Aunque realmente, llevaba tantos años examinando las reacciones de mis emociones que no necesitaba ningún test para saberlo.

Como os decía al principio, no me gustan las siglas, las etiquetas o los acrónimos, pero esta vez, me sirvió para darme cuenta, no solo de que yo no era la única, sino de que es más común de lo que jamás imaginé. Y esto me ha ayudado a verlo de otra forma.

Las Personas de Alta Sensibilidad no solo tienen (o tenemos) una empatía superior al resto sino que casi todas las emociones se «magnifican» en mayor o menor medida. Nunca he soportado el ruido excesivo, no me gustan las películas de terror o demasiado tristes, y observar una obra de arte, probar un simple sabor o escuchar una canción que me guste mucho puede generarme un alegría también «desmesurada».

Somos más sensibles a las críticas y nos cuesta tomar decisiones porque valoramos lo que cada opción hará sentir al resto, algo que nos hace ser buenos mediadores y casi imprescindibles en los trabajos en equipo. Solemos ser solidarios y necesitamos sentirnos útiles.

Soy de las que prefiero ver el lado bueno, y creo, por ejemplo que como bloguera, tengo ventajas al ser capaz de ponerme en la piel del lector. La sensibilidad suele ir unido a la creatividad y ello, profesionalmente también supone una ventaja.

Las redes sociales o la comunicación suele ser más fácil para nosotros. Somos muy observadores y capaces de ponernos en el lugar del otro, lo que supone una gran ventaja en disciplinas como el marketing.

Creo que saber canalizar estas ventajas, saber sacar partido (y también saber protegerse), son las claves para ser muy feliz siendo una PAS.

Os recomiendo que leáis «16 rasgos de las personas altamente sensibles«, «El maravilloso cerebro de las personas altamente sensibles» o ver el reportaje que hizo sobre el tema RTVE.

También podéis leer el estudio que en 2014 hizo la Universidad de Stony Brook donde investigaron el cerebro de las personas con este nivel de sensibilidad y se llegó a una serie de conclusiones sobre una mayor actividad de las neuronas espejo (capaces de generar ese sentimiento de empatía) o de la ínsula.

Neuronas espejo y empatía. Palabras que curiosamente se repiten en el estudio de neurociencia en el que participé hace unas semanas . Curioso ¿verdad?

Así que creo que ser una Persona Altamente Sensible no es malo. También soy consciente de que no todo el mundo lo entiende y es fácil que te tachen de «blandengue» o «llorona», pero identificándolo, sabiendo sacar partido de ello y tratando de entrenar el control de determinadas emociones (sin esperar milagros…) uno puede ser muy, muy, muy feliz.

 

 

Te puede interesar:

12 Comments

  • Acabo de descubrir que soy una persona PAS ,siempre he sentido que era extremadamente empatica, a veces demasiado y con una vida interior muy profunda, nunca me han gustado las conversaciones banales, he sufrido muchísimo por haber estado rodeada a veces de ambientes hostiles, ahora me siento un poco perdida. Padezco de Síndrome de Fatiga Crónica.
    Como lidiar con todo esto?
    Cochús.

  • Me ha encantado tu entrada. Había oido hablar de las PAS hará año y medio, por el hijo de una conocida al que se lo diagnosticaron. Este enero, tras una crisis de ansiedad, me remitieron al psicólogo con un «pre-diagnostico» de trastorno de ansiedad generalizada, sin embargo, me ha dignosticado como PAS. Por un lado me alegré de que fuera una «característica» y no un trastorno, me dió unas pautas para intentar ver la vida de otra manera pero reconozco que es duro. Siempre he sido de las «lloronas» como tú. Veo una película y mi marido siempre me pregunta cuando acabo llorando «¿pero con esta también?¿pero si es una comedia y encima ya sabes cómo acaba?». La mayoría de la gente no lo entiende, y no sólamente en las emociones, sino la sensibilidad al dolor. Mi umbral es muy bajo y siempre me tachan de quejica. Aún así, mi mayor preocupación y miedo es el mismo que el tuyo, tengo una peque de 4 años y tb es muy llorona. Tengo pánico a que mis reacciones le afecten, a no saber como ayudarle a gestionar las suyas cuando no sé como hacerlo con las mías propias. Y con esa edad no sé si tb es una PAS o simplemente son cosas normales.

  • Hola, soy de Valencia y me gustaría saber si hay algún Centro que diagnostique a los PAS. Esto es un poco angustioso, no comprenderme con 35 años y tener que escuchar a los demás decirme que exagero las cosas… Gracias

  • Ha sido prácticamente como leerme a mi misma….estoy abrumada desde hace no muchos días porque encontrar a personas que son capaces de describirlo así, así de bien, es darme cuenta de que alguien más puede comprenderme y no estoy sola en medio de una jungla.

  • Muchas gracias Susana por escribir esta entrada. Me he sentido identificada con cada una de tus palabras. Hace ya algún tiempo que descubrí los estudios sobre la alta sensibilidad y me han ayudado enormemente a mejorar mi autoestima al saber que no soy un caso aislado y que todo tiene su explicación. Con esta información estoy aprendiendo a encauzar mi forma de vivir a cómo realmente soy y siento. Un saludo.

  • Hola, Susana, soy María José. Hace pocos días que he dado con el concepto de PAS, por casualidad, viendo el vídeo de RTVE y… para mi está siendo una explosión interna.Lo que tu cuentas, me ha pasado a mí, me desbordan situaciones especialmente emotivas, lo que me crea mucha inseguridad, pero, a la vez, he vivido situaciones muy bonitas con personas, porque soy capaz de ponerme en el lugar de la gente… Estoy intentando comprarme el libro de Karina Zegers, para saber más, porque creo que el ser PAS explicaría muchas de las situaciones que he vivido en mi vida, y me reconciliaría conmigo misma. Un absoluto placer leerte y contactar contigo. Solo quería que supiertas que hay otra mujer como tu en Zaragoza, llena de esperanzas porque cree haber encontrado un hilito del que tirar para descubrirse a si misma, y encantada de saber que hay personas como ella. Un abrazo cálido.

    • Cómo me gusta leer que no soy la única.
      Me costó mucho escribir este post, porque significaba «desnudarme» emocionalmente sin saber si alguien lo entendería y la verdad es que he recibido cientos de correos agradeciéndolo.
      Aquí me tienes para lo que necesites 😉

  • Me pasa exactamente lo mismo y….lo acabo de descubrir hace muy poco.
    No me gustan las etiquetas pero esta, en parte, me ha aliviado ( empezaba a creer que lo mío no era normal).
    Por cierto….empiezo a certificarme como Coach y poniendo en marcha el blog…..será cosas de PAS???

  • ¡cómo te entiendo!, a mi me pasa igual, veo una serie y si los malos son muy malos lo tengo que quitar porque sufro un montón y si pasa algo triste, entonces no hay pañuelos para tanto lloro que tengo.
    En fin, semos asín.

Responder a Jordi Casas Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *