El gran «timo» de la programación para niños

Después de acabar la carrera de CC. Económicas y Empresariales y aún trabajando en marketing en Hewlett Packard, se me metió en la cabeza aprender a programar. Pero pese a vivir rodeada de ingenieros de telecomunicaciones, con media familia trabajando en IBM y muchos programadores en mis círculos más cercanos, nadie supo decirme por donde empezar.

Eran tiempos en los que no existía Google, y el mundo se dividía entre los programadores (unos tipos raros que comían pizza y pasaban horas delante de una pantalla 😉 ) y los no quería saber nada de código ni casi, en aquellos tiempos, de ordenadores.

Así que esta que os escribe decidió aprender por su cuenta con un libro amarillo de bolsillo de HTML que devoraba en el autobús camino del trabajo, y a partir de ahí dar el salto a php e ir, de forma autónoma aprendiendo algo de otros lenguajes.

Hoy en día asisto atónita al penoso espectáculo de la popularización de la programación, sobre todo para niños.

Soy la primera defensora de que los niños aprendan a programar, porque ello, supone aprender a pensar y sabéis que comparto en este blog todo lo que leo sobre el tema, libros, cursos y el apasionante mundo de code.org.

Pero me muero de risa cuando me cuentan que en un colegio dan clases de programación y prometen que un niño aprenderá a hacer una app en tan solo un trimestre. Eso no es aprender código, señores. Tampoco lo es, las llamadas clases de «programación y robótica» en las que los niños aprenden a hacer funcionar un lego con un motor. Robótica, tal vez. Programación, no. Y código tampoco.

Aprender código no es tan sólo para los que quieran vivir de ser programadores o para los padres que sueñan con que sus hijos (igual que pasa con los futbolistas) se acaben convirtiendo en un Mark Zuckerberg y les proporcione una buena jubilación…

Aprender a programar sirve para muchas más cosas: te ayuda a desarrollar habilidades como la capacidad de obtener y procesar información, o analizar los datos.

Aprender programación no tiene que ser aprender a crear un producto, una app, un sitio web o un determinado software. La comprensión de cómo funciona la programación, enseña pensamiento computacional, lógica y habilidades de resolución de problemas, que después, se puede aplicar en cualquier campo.

Y para ello, tenemos que enseñar a los niños la lógica de la programación. Aunque tarden tiempo en poder ver un «Hola mundo» en la pantalla. La paciencia es otra de las virtudes que enseña aprender a programar. No intentemos que los niños en dos horas vean su propia app en un móvil sin habér comprendido cómo ha llegado hasta allí.

Enseñemos las bases, la lógica. Esa es la verdadera riqueza que aporta aprender a programar y a pensar.

Pero entonces ¿por dónde empiezo?

Mi recomendación si quieres que tu hijo aprenda a programar es que lo hagas por tu cuenta.  Y si no sabes, que aprendas con él.

Hay un montón de recursos online, aplicaciones y programas gratuitos.

Scratch, es el más conocido. Se trata de un software del MIT nacido en 2005 que es la evolución del antiguo Logo.

Scratch enseña programación a partir de bloques de colores que son una forma visual de utilizar comandos fáciles de entender por los niños. Y sobre todo (algo fundamental tratándose de niños) pueden ver el resultado en pocos minutos.

Pese a su sencillez, permite comprender la programación, la lógica y la resolución de problemas y aseguran que es relativamente sencillo pasar de Scratch a lenguajes como C.

Os iré poniendo tutoriales y pasos a seguir por si os interesa ir dando los primeros pasos por vuestra cuenta, hasta que en este país, alguien se tome más en serio este tema.

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