Confieso que el estreno de Cenicienta, me provocaba mucha curiosidad.
Por un lado, no estaba segura de que la película ofreciera nada nuevo en una historia que ya conocíamos de sobra, pero por otro, Cenicienta ha sido una de las princesas que recuerdo con más cariño y eso le daba muchos puntos…
¿Merece la pena ver la película? La respuesta es sí, rotundamente, sí.
Por un lado, Kenneth Branagh es el director y eso se nota desde el primer minuto.
Como fan absoluta de este director (os recomiendo «Mucho ruido y pocas nueces», «Hamlet» o cualquiera de sus adaptaciones de los clásicos al cine…), era una apuesta casi segura. Y no defrauda. Todo lo contrario.
Las localizaciones, los vestidos y el colorido asombrosamente cuidado de cada escena, hacen que ver Cenicienta sea un auténtico placer para los sentidos. No recordaba nada igual desde «Lo que el viento se llevó»…
La espectacular actuación de Cate Blanchet, una madrastra guapísima y malvada, es otro de los muchos motivos para verla.
Y por último, Cenicienta muestra la filosofía de una mujer luchadora y con una bondad infinita, que no pasa nunca de moda.
La historia, que conocéis de sobra, comienza con el consejo de su madre: «Sé generosa y ten valor» y esta frase, empapa de manera magistral todas las escenas de la película.
Hay escenas, como cuando Cenicienta y el príncipe pasean por el jardín secreto, que podrían pertenecer a cualquier comedia romántica actual, aunque ella no lleve unos vaqueros de Zara sino un vestido de princesa y unos zapatos de cristal, que ya le dijo su hada madrina, eran muy cómodos…
A mis hijos les gustó la historia, la parte más «princesil», los ratoncitos (en especial Gus Gus) y esos detalles que convierten a cualquier película de Disney en una obra maestra.
A mi, me cautivó la filosofía de la película y frases como: «Lo que necesitamos está ante nuestros ojos. Solo tenemos que tener valor para verlo», o «El mayor riesgo que nosotros podemos asumir es dejar que nos vean tal y como somos».
Una historia inspiradora sobre una joven campesina que no se consideraba princesa, y que optó por ver el mundo, no cómo era, sino como podría ser… y que creía en la valentía, en la generosidad y de vez en cuando, en la magia.
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Suena muy bien, es de mis princesas favoritas