Ser una mamá 2.0 es muy duro.

Como os decía en mi primer post, tal y cómo nos recuerdan a menudo las abuelas, lo tenemos todo.
Y creo que ese es, precisamente, el problema que lo tenemos TODO.

Podemos revisar el timeline de Twitter mientras hacemos la cena.
Podemos enviar un email mientras vemos con ellos como Dora intenta (una vez más) llegar a la montaña más alta.
Podemos subir las fotos de las vacaciones a Facebook.
Podemos escribir un blog en el momento en que se quedan dormidos.
Podemos consultar los periódicos online o algún trending topic mientras el camarero nos trae los helados.
Podemos consultar weather.com para saber qué tiempo hará mañana…

Y eso puede, a veces, ser el problema.
Yo soy una mamá 2.0 y, además, me encanta serlo.
Pero a veces, cuando escucho a la pequeña con su lengua de trapo decir que quiere jugar con el «aifon» o el «aypad»me doy cuenta de que necesito desconectar… al menos tecnológicamente.

Y que nadie se asuste que no estoy reivindicando ningún tipo de unplug ni de desconexión total.
Muchas de nosotras lo necesitamos para trabajar, para vivir y para sobrevivir.
Pero es una costumbre sanísima dedicar algunos minutos, horas o incluso días a estar sin iPhone, iPad, Blackberry, portátil, GPS, y para las mamás más valientes, sin televisión.

Os dejo con un vídeo que creo que lo explica muy bien:
 
 ¿Qué pensáis?

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