Queridos Reyes Magos,
Con todo el ajetreo de los últimos días y el casi tradicional catarro que me deja k.o durante las navidades, no he tenido tiempo de escribiros mi carta.
Este año no quiero nada. Bueno sí, solo una cosa. Quiero que se detenga el tiempo. Quiero que todo siga igual.
No. No penséis que estoy sentada en una hamaca bajo un cocotero, qué va… estoy escribiendo en ese ratito que va desde que me levanto hasta que aparecen las fieras y empiezo a preparar desayunos, hacer camas y poner lavadoras. Pero aún así quiero que se pare el tiempo.
Quiero que la ilusión de estos días no desaparezca jamás.
Quiero seguir viendo los ojos de mis hijos cada vez que recuerdan que queda solo un día para que vosotros, los Reyes Magos y vuestros camellos paréis en la puerta de casa y les digáis a través de los regalos que han sido muy buenos.
Que a pesar de sus peleas diarias, y de alguna que otra trastada, son los mejores hijos que una madre puede tener.
Quiero seguir viendo ese nerviosismo en los ojos de la pequeñina que le impide dormir bien desde hace tres días, sabiendo que estáis muy cerca.
Quiero que pasemos horas pensando qué comida dejaros esta noche para reponer fuerzas…
Quiero que se levanten por la mañana en pijama, despeinados, con Buzz Light Year y Minnie bajo el brazo, y me den ese beso de buenos días sin poder abrir apenas los ojos… y me pregunten cuántas horas quedan para que lleguéis.
Quiero que sigan creyendo en que la magia de la Navidad está en cada rincón. Y que por un momento duden si habrá carbón bajo el árbol.
Quiero que cuando os veamos en la cabalgata esta tarde, griten con todas sus fuerzas para que les miréis, mientras yo intento que no se me escapen las lágrimas de emoción, pidiéndoos una vez más, en silencio, que todo siga igual… Que se pare el tiempo. Que no crezcan jamás.
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