9 larguísimos años hemos tenido que esperar para ver Toy Story 4… para poder volver a disfrutar en el cine de la que para mí fue, es y será siempre “LA PELÍCULA”.
Gracias Pixar y Disney por mantener la esencia de la original.
Por darnos otra “dosis” de valores y por seguir colocando la amistad por encima de todo.
Gracias Woody por hacernos ver que SIEMPRE debemos escuchar “nuestra voz interior”. Por recordarnos que, a veces, cuando todos dicen que hay que saber aceptar la derrota y marcharse, los que seguimos queriendo intentarlo una vez más, no estamos locos.
Gracias Buzz Light Year (mi Buzz, mi debilidad) por hacernos ver que el que parece perdido no siempre lo está. Y por volver a invitarnos a volar “hasta el infinito y más allá”.
No os quiero “destripar” la película pero tenéis que ir a verla…. ¿los motivos?
El primer motivo está claro: Es TOY STORY.
Esto debería de ser suficiente. Es como un concierto de Springsteen o un Madrid-Barça. Sobre todo para los que nos sentamos hace 9 años con unas palomitas delante en la pantalla de un cine y llevamos desde entonces fascinados con la historia de los juguetes de Andy y con los valores (como la amistad) que siempre nos enseña Pixar.
El segundo motivo podría ser BUZZ LIGHT YEAR, pero en este caso es WOODY, que es el protagonista.
Woody aprenderá (y nos dará a todos) una lección sobre dejar ir, y sobre ser capaces de crecer, de avanzar, una lección que, sin adelantaros nada, ya os digo que es lo mejor de la película.
El tercer motivo es FORKY.
Imagino que a estas alturas no os «destripo» nada si os hablo del tenedor que co-protagoniza esta película.
Más allá de los momentos divertidos que hacen reír a niños y mayores, sabéis que siempre trato de sacar enseñanza de todo (y Pixar lo pone muy, muy fácil). Interesante ver que una empresa como Disney apueste y trate de convencer a los niños de que un tenedor de plástico puede ser el mejor juguete… y el derroche de empatía con todas las madres y padres que hemos vivido como nuestros niños se encariñan con una caja, una mantita o un objeto/juguete aparentemente insignificante pero que para ellos es lo más especial del mundo.
Eso sí. Os advierto que si, como yo, después de ver Toy Story, habéis empezado a empatizar con los juguetes, que habláis con ellos cuando nadie os ve, o que no sois capaces de meter en una bolsa ningún muñeco sin mirar dos o tres veces y pedirles casi perdón antes de donarlos… después de Toy Story 4, no volveréis a tirar a la basura ninguna manualidad que vuestros hijos traigan del cole.
¿Más motivos?
La calidad de la imagen. En el cine puede que no se aprecie pero vuelvo a ser la madre pesada que les dice a los niños durante la película que se fijen en la tela del vestido, en el pelo, en el realismo de los gestos… o les repite por enésima vez que Pixar tiene un departamento sólo de nubes (una de las cosas que más me fascinó cuando tuve la suerte de visitar sus estudios en San Francisco… vale, no os vuelvo a contar mi «batallita», jajajaja…).
Keanu Reeves. En la versión doblada no podemos disfrutar de su voz, pero para las fans incondicionales de Keanu es un toque especial. Sobre todo porque da voz a Duke Caboom, un motorista que según mis hijos es con el que jugaba Jack Jack, el niño de Los Increíbles.
Los malos no son tan malos.
Aunque admito que los muñecos de ventrilocuo y la muñeca de la tienda de antigüedades dan «cosilla», tienen sentimientos. Y de esto, no os puedo contar más.
Los guiños de Pixar
Volvemos a encontrar los «easter eggs» (las sorpresas y guiños que Pixar deja siempre escondidas por las escenas de sus pelis): el A113, la furgoneta de Pizza Planet (ojo que en Toy Story 4 es más difícil de encontrar)…
Pero algunas no tan recurrentes como un cartel vintage de Tripledent (la marca de chicles que aparecía en Del Revés y que recordaréis por las veces que Alegría cantaba la canción del anuncio) en la tienda de antigüedades, el camión de mudanzas Eggman o la aparición de Boo (la niña de Monstruos SA, que confieso que yo no he sido capaz de ver…).
Podría contaros más y más motivos para ir a verla, pero sólo os diré que vayáis, con niños o sin ellos, que os dejéis llevar y contagiar por la historia, los sentimientos, las aventuras… y que no os levantéis del asiento antes de que terminen los títulos de crédito, porque hay sorpresas, escenas e incluso una dedicatoria a Don Rickles, el actor que ponía la voz a Mr. Potato y a Bud Luckey, uno de los diseñadores de Woody y toda una eminencia en elmundo de la animación que nos dejó en 2018.