Es curioso.
Vivimos en un tiempo en el que parece que tenemos que cuestionarlo todo, que debemos tener una opinión (si es extrema mejor) sobre cualquier tema. Y no nos damos cuenta, de que la vida es mucho más simple, de que todos nos parecemos más de lo que nos negamos a admitir y que lo que a menudo se demoniza, no es más que sentido común.
Es verdad que siempre he sido de juzgar poco a los demás y es algo que he ido esforzándome en mantener con el paso de los años… y al final, precisamente el tiempo acaba dándome la razón en muchas cosas.
Algo así me pasa con las princesas. Parece que hoy en día, da un poco de miedo decir que quieres ser (o quieres que tu hija sea) una princesa.
Y ¿sabéis algo? Siempre quise ser princesa y creo, cada vez más, que de alguna forma lo conseguí. Y quiero que mi hija también lo sea.
No tengo ningún complejo en admitirlo: Soñé con ser Cenicienta y que el príncipe me invitara al baile, soñé con llevar el vestido y tener la bondad de Blancanieves, nunca me fié de las apariencias como hacía Bella, fui (y soy) inquieta, rebelde y valiente como Rapunzel y os aseguro que me he sentido mucho mejor después de cantar Suéltalo y dejando que la determinación de Elsa se apoderara de mi, cuando he tratado de superar algún problema.
No soy (creo) sospechosa de ser una «mujer florero» (término que mucha gente confunde erróneamente con el de princesa). Soy economista, programadora, bloguera, madre de dos niños y tengo mi propia empresa. Me considero una mujer valiente, con coraje, capaz de luchar por sus sueños y de lograr retos que parecen imposibles.
Y precisamente por eso, creo que soy una princesa.
Sabéis que una de mis pasiones es el mundo Disney y cuanto más me adentro en sus profundidades, más consciente soy de los valores tan maravillosos que transmite a los niños (y a los no tan niños, como yo).
Y esto, incluye a las princesas.
Me encanta que mi hija se vista con tul, se vuelva loca con el brilli-brilli de los disfraces o se vea más guapa poniéndose una corona. Y a mi, a su edad también me gustaba… y no tiene nada de malo, ni me genera el más mínimo complejo.
Y también me gusta, que sin decirle nada, lo combine con unas botas Dr. Martens o se ponga encima una cazadora de cuero 😉
Pero me gusta que le gusten las princesas Disney, porque ello implica muchas virtudes y comportamientos que me gustaría que mi hija (y mi hijo) los tuvieran.
¿Y cómo es una princesa Disney? ¿Cómo es la princesa a la que me gustaría que se pareciera mi hija o a la que a mi me gustaría también parecerme?
Disney ha realizado un estudio entre 700 padres españoles para definir los rasgos de las princesas modernas a través de 10 principios básicos.
Para ello encargó a una reconocida experta en crianza, la británica Judy Reith, el análisis de los atributos de las Princesas Disney (la valentía de Rapunzel, la compasión de Bella o la seguridad de Tiana) y después los expuso ante estos 700 padres. Después, ellos clasificaron las características que creían más importantes para sus hijas de entre 6 y 12 años.
Esta ilustración de Anastasia Bengoechea, de Monstruo Espagueti, resume los “principios de las princesas modernas” y yo, no puedo estar más de acuerdo con todos ellos.
¿Puede haber algo mejor que transmitirle a tus hijos valores como estos?
Cree en ti misma, sé inteligente, nunca abandones, no dejes de esforzarte, preocúpate por los demás, sé responsable, mira el lado positivo, sé tú misma, cuídate y sé valiente.
Ya os conté lo que me inspiraron las frases de la película Cenicienta en este post:
“Lo que necesitamos está ante nuestros ojos. Solo tenemos que tener valor para verlo”.
“El mayor riesgo que nosotros podemos asumir es dejar que nos vean tal y como somos”.
“Sé generosa y ten valor”.
Así que poco más os puedo decir sobre lo que me gusta el mensaje que transmiten, cada vez más, las princesas Disney.
Por si esto fuera poco, con la edad te das cuenta de que estos valores son reales y de que es perfectamente compatible querer sentirte como una princesa y llevar orgullosa tu corona con ser, como ellas, bondadosas, generosas, luchadoras, y sobre todo, valientes.
Así que sí, siempre he querido, y quiero ser una princesa Disney y quiero que esos valores también los tengan mis hijos.-