Suelo decir que no me arrepiento de nada y jamás me habréis escuchado decir eso de que «cualquier tiempo pasado fue mejor«. Sin embargo, hay algunas cosas que, como madre, cambiaría si pudiera volver atrás…
Una de ellas es el idioma. Tuve la genial (ahora lo sé) pero incomprendida idea de decidir hablarles en inglés desde que nacieron. Me tacharon de loca. Me dijeron que no tenía sentido y, ello unido a los problemas de salud que tuve que superar tras el nacimiento de mi primer hijo, me hizo abandonar la idea. Y me arrepiento. Mucho.
Otra es el no haber sido capaz de gestionar el tiempo para dedicarles, no más, sino de mayor calidad. Supongo que ese sentido de culpabilidad va implícito en el adn de cualquiera que haya sido madre y que es inevitable pensar que lo habríamos podido hacer mejor.
Pero hoy os quiero hablar de algo de lo que estoy orgullosa. Algo que jamás cambiaría y algo que ya está dando sus frutos en mis «fieras»: el no haber puesto ni un solo límite a su creatividad.
Eran tiempos en los que todo te preocupaba. Mis niños eran muy pequeñines y todo eran preocupaciones, no solo de salud sino también de aprendizaje. Las madres a mi alrededor se volvían locas por ver si sus hijos, aún en edad preescolar, coloreaban bien, sin salirse de la raya y con muchos colores.
Fue entonces cuando me dieron uno de los mejores consejos que he escuchado jamás: «No le pongas límites. No le obligues jamás a no salirse de la raya, ni le digas que ese dibujo sería mejor si lo pusiera de otro color… Muérdete la lengua. Los niños crecen con una creatividad sin límites que pueden ir perdiendo (o no) a lo largo de su vida. Pero lo que es difícil es recuperarla.»
Así que cuando aquella profesora me insistió en que era un problema que con 5 años dibujara 4 dedos en una mano, en vez de cinco, me reí, y me fui de allí. Cuando me dijeron que tenía que hacer los dibujos con más orden y limpieza, fingí no haberlo escuchado… y también me fui.
Cada vez que tenemos prisa pero él decide pararse a caminar por un bordillo, en lugar de tirar de su brazo y recordarle que llegamos tarde, respiro, espero y le dejo imaginar que es un trapecista.
A mi hijo le gusta jugar solo. No tiene ningún problema social y se lo pasa genial con sus amigos. Pero también le gusta sentarse solo, con o sin un juguete, e imaginarse historias con las que disfruta y se divierte.
Como cualquier madre, mi primer impulso es decirle que no esté solo, pero me freno a mi misma, y me recuerdo que es tan importante tener amigos, como saber estar solo y dejar que la imaginación fluya. Así que me muerdo la lengua, me doy la vuelta y me congratulo de ser capaz de no ponerle límites.
Con los años han sido muchas las personas que me han felicitado, alertado o comentado que se trata de un niño con una creatividad fuera de lo normal. Yo lo sé. Y me enorgullece. No sabéis cuanto. Es un niño especial y además de sus enormes ojos azules y un corazón de oro, la creatividad es su mejor virtud.
Pero no ha sido fácil mantenerla en un mundo en el que programamos y tratamos de dirigir todo lo que hacen los niños.
«Es demasiado infantil». No hay tutoría en la que no haya escuchado esta frase desde que tenía 5 años. Y os puedo asegurar que lo es, y que me encanta que lo sea. No hay nada más triste que ver niños que tienen un señor mayor dentro…
Me gusta que crea en la magia y que siga creyendo que nuestro cruce de meñiques es el mejor remedio para ahuyentar una pesadilla o que tirar confetti por los aires es todo lo que necesitamos para olvidar una preocupación… aunque después haya que pasar la aspiradora 😉
De momento, no tiene problemas sociales ni académicos y la frase que más me repiten desde el día que nació, es que es un niño feliz. Siempre sonríe y todo le parece bien. Y no hay nada que le pueda sonar mejor a una madre.
Pero con cada batalla diaria, con cada comentario y con cada «intentar hacerle madurar», me doy cuenta de que la creatividad, en esta sociedad, está infravalorada.
Creo que merece un esfuerzo extra por parte de toda la comunidad, pero sobre todo de educadores y padres, luchar para que el día a día y la rueda en la que vivimos inmersos y gira tan rápido, no acabe devorando la magia y la creatividad con la que los niños vienen de serie.
Creedme si os digo, que después de 8 años intentándolo, no es nada fácil. Pero se puede.
En la sociedad, que parece querer niños perfectos, siempre ocupados y que no se salgan de la línea, parece que no hay nada que hacer.
En cuanto comienza el curso escolar tengo que hacer oídos sordos a las voces que me preguntan a cuántas actividades extra-escolares los voy a apuntar este año… ¿a cuántas? Me niego a programar las tardes de mis hijos, como tratando de cumplir un expediente.
Si han necesitado o querido practicar un deporte, música o cualquier disciplina que les pueda hacer aprender y disfrutar, les he tratado de dar la oportunidad, pero también me gusta que lleguen a casa después del cole, que jueguen juntos, que aprendan a aburrirse o que no les quede más remedio que discurrir cómo divertirse solos mientras mamá escribe blogs compulsivamente o prepara la cena… 😉
Todos añoramos la imaginación que teníamos de pequeños, la capacidad para adaptarte a las situaciones y en especial, al aburrimiento. Pero parecemos haberlo olvidado cuando se trata de «entretener» a nuestros hijos. Y creedme, se puede lograr.
Así que si quieres mantener intacta la creatividad de tu hijo, repira hondo cuando veas que estás corriendo demasiado y déjale jugar con ese charco que en su cabeza es un lago con peligrosos cocodrilos, y cuando veas, que dibujando, se sale de la raya, muérdete la lengua.
Ilustraciones: @hyemi.jeong
Te puede interesar:
- Y me quité las zapatillas de correr
- El arte de «no hacerlo todo»
- Y tú… ¿a qué te dedicas?
- No molestar
- Reflexiones desordenadas
- La vida es poesía… ¿cual es tu verso?
- Me llamo Susana y soy PAS
–
GENIAL.
En muchas de las cosas que decis, aprendí de la peor forma…- lo tironeaba para llegar, hasta que me di cuenta que el apuro lo tenía YO no él!.
Que los colegios quieren autómatas…es algo que vengo notándola desde sala de 3 cuando mi hijo, aprendió a leer, recostado contra una pared, en vez de sentado de piernas cruzadas.
Digo siempre que es un niño tan adaptable que puede jugar solo o con otros cuando el de la gana…pero eso es un «problema de insociablidad» para más de una institución.
Me ENCANTA que sea creativo..que tenga esas SALIDAS con las que tengo que remar en dulce de leche y sobretodo tratar de hacer equilibro entre un «hijo que encaje» pero que no pierda «su personalidad».
Diste en el clavo con que, lo que más me importa es que sea un niño feliz, me lo dicen al igual que también se le nota que es un niño amado (aunque a veces con sus berrinches…dudo si lo es). Pero me siento muy identificada con tus palabras y con aliento a que tengo que seguir peleando para darle su espacio.
http://mamasolteraimperfecta.blogspot.com.ar/
Felicidades por la Oportunidad de dejar Brillar a tus hijos!! Esa Creatividad…seguro que perdura, se transforma en algo Grande!!
Te invito a pasar por mi web, creamos imágenes que proyectan Ilusiones http://crdisenos.com/
Gracias!!!
Es buenísimo!!!!
Y me suena mucho ese consejo!!!
Felicidades por esa paciencia y haber sabido esperar, y seguir haciéndolo. Un ejemplo!!! Pasamos demasiado tiempo enfadados y mirando lo que debe ser, y no lo que es… que tu hijo siga disfrutando, ya le amargarán poco a poco con la realidad que nos rodea!
Eres una crack! Seguro que tus hijos están igual de orgullosos de ti que tú de ellos 😉
Hola,
Hace tiempo que te sigo en IG y me gusta mucho todo lo que publicas. Me ha encantado tu post y para mi sorpresa he de decirte que me siento muy identificada, porque yo tambien siempre he hecho lo mismo y lo sigo haciendo con mis dos hijos. Ya no son tan pequeños y aún asi en casa seguimos jugando y ademas procuro que sea cada dia, creo firmemente que es absolutamente beneficioso para ellos y el tiempo me esta dando la razon. Muchas gracias por no hacerme sentir una «madre rarita». Un abrazo!!