«¿A qué te dedicas?»… Lo admito. No hay pregunta que me deje más bloqueada que esta.
Hace años me pasaba algo parecido cuando mi interlocutor me preguntaba «¿Cómo estás?», y tras un tiempo observando la reacción de las personas ante la -aparentemente sencilla – respuesta, aprendí que lo mejor era tener preparadas en el bolsillo dos contestaciones: «Bien» (para quien te pregunta retóricamente y no quiere dedicarle más de un minuto a saber tu verdadero estado de ánimo) o la opción más sincera y larga, reservada para quien de verdad, quisiera escuchar la respuesta.
Pues con esta pregunta me pasa lo mismo.
– ¿Profesión?
– Ay madre… – pienso – ¿y qué contesto yo? ¿Le digo que soy economista que al fin y al cabo es lo que dice mi título universitario? ¿le digo que soy programadora que al fin y al cabo es con lo que pago la hipoteca? ¿le digo que soy bloguera que es por lo que más se me conoce? ¿le digo que soy profesora, que al fin y al cabo llevo más de 5 años dando clases? ¿le digo que soy autónoma, freelance… o emprendedora que suena mejor?…
Pues sí. A esta serie de dudas me enfrento cada vez que no consigo esquivar esta pregunta, para mi tan difícil de responder… sin poder evitar pensar que esto solo me pasa a mi…
Pero hace unas semanas, visitando el Bulli Lab, Ferrán Adriá nos contaba que los profesionales más demandados en un futuro inmediato, serán los que sean capaces de destacar en disciplinas muy dispares.
Un diseñador que además sea experto en vino, puede ser la mejor opción para diseñar la etiqueta de un vino, una carta o la zona reservada a la bodega de un restaurante. Un matemático que además tenga conocimientos de informática, será la pieza clave para disciplinas que tengan que ver con la interpretación de los datos. Y una persona con conocimientos de programación pero que a la vez tenga cualidades creativas o artísticas, será la pieza clave en empresas que se dediquen a diseñar nuevos productos tecnológicos…
Me sentí aliviada. Este conjunto de rarezas tan dispares que conforman mi verdadero «yo», quizá algún día tendrían sentido…
El otro día volví a sentirme comprendida en este aspecto. Le contaba a una amiga mis nuevos retos profesionales, que además, van a englobar, de alguna forma, todos mis conocimientos sobre materias tan dispares… y ella me hablaba sobre el gran fallo que supone en nuestro sistema educativo, insistir en seguir formándonos para una profesión determinada.
Tú serás economista, tú informático, tú bombero, tú abogado… y no nos damos cuenta de que hoy en día la polivalencia es una de las virtudes más demandadas para cualquier empleo.
Hay que educar para distintas competencias y capacidades… para vivir en un entorno de constante cambio y saber adaptarse a ello.
Estas cualidades que hasta ahora nos hemos visto obligados a desarrollar los que tenemos nuestra propia empresa, y que saltamos de liana en liana como Tarzán porque no tenemos ningún sueldo asegurado a fin de mes y nos obliga a reinventarnos una y otra vez, se necesitan más que nunca en todos los ámbitos profesionales, ya seas autónomo o trabajes en una gran empresa.
No hay nada fijo. La tecnología, la sociedad y las formas de trabajo evolucionan más rápido que nuestro poder de adaptación, así que mejor será que vayamos pensado en educar niños capaces de moverse como pez en el agua en estos entornos cambiantes, ágiles y rápidos a los que se van a enfrentar.
Pero además, hay que saber que cada uno de nosotros irá cambiando a lo largo de su vida, y que según pasan los años meses, todo puede variar… y ello no debería asustarnos (a mi me lo van a contar…).
Günter Grass escribió su primera novela a los 60 años y ganó el Premio Nobel de Literatura… y cuantos actores no se habían puesto delante de una cámara hasta pasado los 50 y ahora reciben premios y premios…
No tenemos que ser siempre lo mismo. Creo que no hay personas más «ricas» que las que son capaces de dar un giro a su vida, y pasar de dedicarse a una cosa, a abrirse camino en un campo totalmente distinto, sin miedo.
«Pivotar» es un concepto que aplicamos cada vez más a los negocios, pero que deberíamos de aplicar también a las personas.
Y darles a los niños la capacidad de aprender a ser creativos, trabajadores, honestos y un sinfín de cualidades más, que puedan aplicar después a las distintas profesiones que vayan teniendo a lo largo de su vida, y que probablemente, aún no podamos ni imaginar que algún día existirán.
Fotos: Código barras, Niño Código
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Yo me siento muy perdida, porque después de trabajar 10 años en oficinas, he estudiado y trabajado de pastelera otros 8 años, y ahora siento que ya no me interesa tanto o no se ajusta a mis necesidades, y ahora no sé qué hacer con mi vida… me tiran cosas tan dispares como la nutrición (he estudiado un máster), la cerámica, escribir… No sé qué me pasa ni qué hacer.
Me siento muy identificada con éste post… a veces pienso que realizo cosas tan dispares entre ellas que me pregunto si será un sinsentido lo que hago. Me reconforta saber que no soy la única. GRacias por tu post. Ester.
Hola,
Me ha parecido de lo más apropiado este post. Sin duda, vivimos en una sociedad que debe adaptarse incluso antes de que algo esté probado. A nuestros peques debemos educarlos en saber gestionar esa «rapidez» con la que se topan. Y que muchas veces hay que desaprender para volver a aprender.
Un saludo
No puedo estar más de acuerdo con todo lo que dices, es lo que ahora llaman también reinventarse. Nosotros hemos tenido que hacerlo y habría que preparar a las próximas generaciones para que puedan hacerlo con facilidad. En ello estamos, cada vez más padres…
Muy interesante tu reflexión Susana….ahora hay que tocar varios palos y sobretodo no encasillarse ….por eso me encanta como has sabido extrapolar tus conocimientos con tu profesión con tus hobbies y darle una vuelta a todo….por eso me hace mucha gracia cuando mi hija Claudia (9 años) me dice yo voy a ser informática como mi madre y Bloguera como Susana….ese es el futuro tener la cabecita bien amueblada para enfocar el tema.Besos.
Te comprendo perfectamente. Yo soy una abogada que se dedica al mundo de la seguridad de la información desde su vertiente más técnica…
Hace poco le contaba a una amiga profesora que no entendía eso de «la elección curricular» en el colegio, que si de letras o de ciencias. Que yo quería ser de letras y de ciencias y en su momento, no me dejaron. La conté que ahora trabajo de abogado, pero había decidido cambiarme de profesión dentro de unos años. Me miraba entre divertida y extrañada. En fin…