Es curioso. Siempre he tenido fama de ser una madre protectora y son muchas las veces que me lo han dicho. Sin embargo creo que no lo soy.

Es verdad que he renunciado a muchas cosas por mis hijos y he tratado de estar presente en sus vidas. Es verdad que soy una madre achuchona y que no escatimo ni escatimaré en besos y abrazos a mis fieras. He tratado de vivir la vida cerca de ellos, de ayudarles y he intentado enseñarles los valores más importantes para mi.

Y sin embargo, eso que muchos llaman «excesivo proteccionismo» no lo es. Para mi ser proteccionista, en el mal sentido (más allá del que implica el instinto maternal en cualquier madre), es hacer el trabajo por ellos. Es no permitirles aprender a buscarse la vida. 

No suelo ser permisiva con ellos. Cuando les riño o les digo que no, sé que están aprendiendo una lección. Y por ello, creo que merece la pena el berrinche o la pataleta. Les está fortaleciendo.

Me gusta que mis hijos se sepan aburrir. Me gusta que sepan organizar su tiempo y obligarles a jugar uno con el otro. Me gusta que sepan que hay cosas que no se pueden tener y que aprendan a frustrarse.

modern family

Tampoco me preocupo de si han hecho los deberes o qué puntuación tienen en los rankings de lectura. Les dejo a su aire. Sin que se den cuenta, observo si hay notificaciones del profesor y les pregunto mucho pero dejo que se «estrellen», que si no llevan un trabajo al cole, les regañen. Y si las notas son malas, saben que habrá castigo. Pero no por ello voy a estar interrogándoles o presionándoles cada día.

Pero no soy perfecta, ni mucho menos. Alguna vez me ha dado pena y les he llevado la bolsa de deporte que después de preparar ellos mismos, se han dejado en un descuido en casa. Son licencias que creo que me puedo permitir.

Os cuento todo esto porque he descubierto un libro que me ha gustado mucho en este sentido y del que todas las madres (y todos los padres) podemos aprender mucho: «No seas la agenda de tus hijos y prepáralos para el futuro».

libro No seas la Agenda de tus hijos

No quiero destriparos nada pero es una valiosísima colección de consejos y anécdotas contadas de forma muy amena por su autora, Natalia López-Cheda, para enseñarnos a dejar que los niños asuman responsabilidades, a que no tengan que esperar nuestras instrucciones para hacer algo, y a que aprendan a frustrarse, una de las cosas que hace más falta en esta sociedad hoy en día.

Este es el índice:

Desafío 1: Niños autónomos y con iniciativa.

Desafío 2: La importancia de saber comunicarse.

Desafío 3: ¿Educamos en la irresponsabilidad?

Desafío 4: La confianza: una competencia fundamental.

Desafío 5: ¿Todos tenemos talento?

Desafío 6: El peligro de las etiquetas.

Desafío 7: Con los roles bien claros.

Desafío 8: La tecnología ha venido para quedarse.

Si os apetece mejorar en este aspecto o si buscáis un buen libro para regalar a alguna madre, os lo recomiendo.

Lo podéis conseguir en ebook por 6,99 euros (iTunes, Fnac o Amazon) o con tapa blanda.

Editorial: La Esfera de los Libros

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